Hacemos nuestro homenaje a uno de los grandes, Carlos Fuentes, leyendo el cuento El Que Inventó La Polvora.
Uno de los pocos intelectuales que aún
existían en los días anteriores a la catástrofe, expresó que quizá
la culpa de todo la tenía Aldous Huxley. Aquel intelectual - titular
de la misma cátedra de sociología, durante el año famoso en que a la
humanidad entera se le otorgó un Doctorado Honoris Causa, y
clausuraron sus puertas todas las Universidades -, recordaba todavía
algún ensayo de Music at Night: los snobismos de nuestra
época son el de la ignorancia y el de la última moda; y gracias a
éste se mantienen el progreso, la industria y las actividades
civilizadas. Huxley, recordaba mi amigo, incluía la sentencia de un
ingeniero norteamericano: «Quien construya un rascacielos que dure
más de cuarenta años, es traidor a la industria de la construcción».
De haber tenido el tiempo necesario para reflexionar sobre la
reflexión de mi amigo, acaso hubiera reído, llorado, ante su intento
estéril de proseguir el complicado juego de causas y efectos, ideas
que se hacen acción, acción que nutre ideas. Pero en esos días, el
tiempo, las ideas, la acción, estaban a punto de morir.
El expositor de la
noche…atento.
La noche trae sorpresas
y una extraña cabeza se involucra.
La pólvora de Fuentes,
explota.
Desde arriba, alguien
nos mira.
Leímos el cuento de
Magaly y a pesar de ser festivo, hubo buena asistencia.
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