jueves, 11 de agosto de 2011

TALENTO JUVENIL

COORDINADOR

Cae la madrugada y llega el amanecer en compañía de un poco de lluvia, pero, no importaba, era tiempo de partir rumbo a mí amado colegio. Al llegar y entrar por la puerta principal. Allí estaba erguido y algo imponente, con un tono mando y a la vez un poco coqueto me dice:

---Buenos días---

Respondí a su saludo y continúe mi camino, llegue al salón de clase, me senté y observe, algo raro pasaba, no me explicaba que era, pues no había motivo para tal angustia o al menos eso creía, pasaron las dos primeras horas, el martirio a declinado por un momento; me paré en la puerta y como de costumbre fijé la mirada hacia la sala de profesores, todo se notaba tranquilo; al parecer yo era la única angustiada sin motivos y ahí estaba él, de piel morena, delgado pero con una pequeña barriga que causa impresión y risa, se encontraba acompañado de un estudiante; pero no de cualquier estudiante, se podía decir que era el mejor estudiante de todo el colegio; su conversación era fría y algo intimidante. Tocaron el timbre para regresar a clase, pero como cosa rara mi compañero “bueno” no se presentó y ahora si tenía motivos para preocuparme, pasaron las dos horas de clase y salimos a descanso y allí lo vi por última vez; se notaba raro y desesperado, observaba todo lo que lo rodeaba como queriendo ocultar algo. Luego me dirigí hacia el señor coordinador, pero no alcance a llegar, pues mientras lo hacia el celador llegó gritando:

--- ¡lo mataron, lo mataron, mataron a “malo”!---

Y como caballo desbocado corrió hacia al baño y efectivamente allí estaba lleno de sangre e inmóvil, fue doloroso no solo porque era un estudiante, además era su hijo; a pesar de su rebeldía y falta de afecto para con él, él lo amaba y el impacto fue tan grande que cayó desmayado en sus brazos, queriendo aferrarse a algo imposible, a algo vano que ya no existía, pero ¿Quién lo había matado? Era la pregunta modelo, nadie respondía, nadie lo sabía.

Vanessa Jiménez

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